domingo, 28 de octubre de 2007

NUEVA ECONOMÍA Y TRABAJO FLEXIBLE...

Comienzo mis intervenciones en el nuevo e interesante Debate sobre ‘Economía y Trabajo’ planteado por el profesor Kerman, con una reflexión sobre el análisis que Carnoy realiza sobre esta cuestión en su Libro ‘El trabajo flexible en la era de la información’.

Parto de una premisa que creo no admite discusión: ‘Nuestra vida se está transformando por la difusión masiva de nuevas tecnologías de información y comunicación; las economías y nuestras culturas nacionales se están globalizando, y todos somos conscientes de la individualización del trabajo y de la erosión de las instituciones sociales’.

Pues bien, la globalización y las nuevas tecnologías de la información, están transformando el mercado de trabajo, pero las instituciones que se precisan para sustentar ese cambio van muy a la zaga. Para el profesor Martin Carnoy, globalización significa más competencia y que la inversión, producción e innovación no estén limitadas por las fronteras nacionales. El trabajo ha pasado de la producción de bienes agrícolas o industriales a la producción de servicios cada vez más sofisticados, cuyo principal componente es el conocimiento que, además, contribuye a aumentar la productividad, al ajuste con las necesidades específicas del cliente, y al desarrollo de nuevos productos.

Según Carnoy, ‘Al desarrollar nuestro trabajo en una economía cambiante y debido a la globalización y a los cambios tecnológicos, actualmente las empresas tienen que ser flexibles al estructurar sus puestos de trabajo’. El autor expone que, en una perspectiva global, la transformación del entorno laboral ha sido mal interpretada por algunos autores que sostienen que las nuevas tecnologías de la información significan una escasez masiva y creciente del trabajo. La tesis de que las nuevas tecnologías restringen el número de puestos de trabajo no tiene el respaldo de los hechos. Las nuevas tecnologías desplazan trabajadores; pero, simultáneamente, crean nuevos puestos de trabajo, incrementan la productividad, crean nuevos productos, desarrollan nuevos procesos e incrementan el empleo.

Como decía, en el entorno laboral se están produciendo cambios profundos y en el futuro puede que un puesto de trabajo no signifique lo mismo que hoy. Hasta ahora, los empresarios han reorganizado el trabajo de forma descentralizada e individualizada, pero la nueva transformación está disolviendo la identificación que desarrollaron los trabajadores con organizaciones industriales. Ahora, los trabajadores se están individualizando, distanciándose de sus identidades tradicionales y de las redes sociales que les permitían encontrar seguridad jurídica. Además, las familias y el entorno local que eran, junto al trabajo, los factores tradicionales de integración social, están sometidas a una profunda transformación desde mucho antes de la globalización y de las nuevas tecnologías de la información. El entorno laboral inestable actual, exige familias informadas, muy organizadas y estables. Esencialmente, la transformación de las familias muestra tres cambios significativos: menos matrimonios, matrimonios más tardíos, y familias más pequeñas.

En este nuevo marco, las medidas parciales destinadas a aumentar el número de empleos o a educar y formar mejor a los trabajadores no son suficientes, puesto que no abordan las interacciones desencadenadas por los procesos de cambio que están en la raíz de la globalización y de la nueva organización del trabajo. El crecimiento del empleo, depende de muchas más variables que del cambio tecnológico y de la disposición de las empresas a contratar nuevos trabajadores. Entre éstas, están la política macroeconómica, el clima político y la inversión pública en capital humano, que son cruciales para configurar el modo en que el cambio tecnológico influye sobre el número de empleos.

¿Es culpable la nueva tecnología de las diferencias en el crecimiento neto del empleo? El autor manifiesta que la ausencia de una relación entre la intensidad de la tecnología de la información y el crecimiento del empleo o el desempleo, sugiere que la evolución del nivel de empleo es resultado de factores distintos al índice de difusión de la tecnología de la información. La tecnología no destruye empleos de forma global. Entonces ¿Qué tipos de empleos están cambiando? Los estudios sugieren que hay un aumento gradual de la demanda de trabajadores muy cualificados y que se espera que continúe esa tendencia.

Por tanto, el empleo no está desapareciendo, pero el trabajo está sufriendo un cambio profundo. Los dos elementos clave de esta transformación son: la flexibilidad del proceso laboral y la interconexión en redes de las empresas y de los individuos dentro de las empresas. La tecnología desempeña un papel importante en estos cambios, puesto que configura la reestructuración de las organizaciones y contribuye a definir la forma más eficiente de producir un determinado producto o servicio. Además, la tecnología también contribuye a intensificar la competencia.

Llegados a este punto, la transformación del trabajo es evidente, y la ‘mejor vía’ para dicha transformación, es la formación de los trabajadores para que puedan desarrollar procesos laborales más flexibles, puesto que la flexibilidad laboral mejora la productividad desarrollando entornos laborales de elevado rendimiento. La ‘vía secundaria’ para la citada transformación, es la subcontratación del trabajo y los contratos eventuales y a tiempo parcial. El aumento de la flexibilidad laboral tiende a reducir el promedio de permanencia en el empleo, ya que la nueva competencia global tiene influencia acusada sobre la rotación laboral en muchos mercados laborales.

Sin embargo, la forma más tradicional de flexibilidad del mercado laboral es la flexibilidad del precio del trabajo. Desde el punto de vista del empresario, uno de los principales objetivos de la organización alternativa del trabajo es el de reducir los costes de los beneficios sociales y el coste del despido.

Pero, ¿Está asociada la alta tecnología a unos salarios superiores? La respuesta es ambivalente. El equívoco nexo entre flexibilidad, tecnología y desigualdad, ha hecho que se interprete mal el papel positivo de la mayor flexibilidad del mercado laboral y de la tecnología de la información. Las nuevas tecnologías y la flexibilidad del mercado laboral son esenciales para que las nuevas formas de organización del trabajo hagan competitivas a las empresas.

Personalmente, no puedo estar más de acuerdo con el profesor Carnoy, que ha constituido la base de mi argumentación hasta aquí. La llegada de las nuevas tecnologías de la información, con carácter general, y de Internet, en particular, ha supuesto una verdadera revolución que ha afectado a buena parte del mercado laboral y educativo de todo el mundo, principalmente en Estados Unidos, Unión Europea (UE) y Japón.

El proceso de cambio del mercado de trabajo es un continuum, en el que confluyen factores económicos, sociales y tecnológicos que, junto a la globalización económica, han acelerado la dinamicidad del proceso y han forzado para lograr una creciente flexibilidad laboral tanto horizontal como vertical en los mercados. Flexibilidad conseguida, en parte, con el auxilio de nuevas tecnologías de la información, aunque los factores endógenos y exógenos que inciden en ella son múltiples y deben ser estudiados desde una óptica multidisciplinar,

Desde mi punto de vista, tradicionalmente una de las características del cambio tecnológico, es que afecta sobre todo a la organización funcional de las empresas. Como consecuencia, los cambios en la demanda de trabajo no se deben tanto a reasignaciones sectoriales del empleo, como ha ocurrido en otros episodios de cambio tecnológico, como a la necesidad de adaptar y de combinar la fuerza de trabajo, dentro de cada empresa de forma distinta, en aras de la flexibilidad y la eficiencia requeridas por una mayor competencia internacional. Ante estos requerimientos, la respuesta de la política económica ha de ser triple: favorecer la introducción de las nuevas tecnologías en las empresas, aumentar la cualificación profesional de los trabajadores y desarrollar una legislación laboral que no entorpezca el proceso de reorganización funcional dentro de las empresas.

En cada una de estas medidas, el margen de mejora es considerable. En primer lugar, España sigue siendo uno de los países desarrollados con menor gasto en nuevas tecnologías y en el que los recursos dedicados a la I+D, tanto por el sector público como por el sector privado, son más escasos. En segundo lugar, el sistema educativo no está especialmente preparado para mejorar la cualificación profesional, y las políticas de formación ocupacional y continua que tratan de complementar las enseñanzas regladas tienen deficiencias evidentes. Finalmente, tampoco la legislación laboral ha evolucionado de forma coherente con las necesidades del nuevo contexto económico que requiere la continua adaptación de empresas y trabajadores a los continuos cambios tecnológicos.

Centrar la atención en estos aspectos, considero que es fundamental para obtener ventajas competitivas de primer orden o de rango superior, que sean sostenibles en el tiempo para las empresas y organizaciones que las implanten en sus estructuras productivas. Ventajas que, en un proceso difusor, beneficiarán a toda la sociedad en su conjunto.

1 comentario:

Nicanor dijo...

Excelente artículo Mari Luz... como siempre
Un saludo.
Nicanor