domingo, 4 de noviembre de 2007

KNOWLEDGE-BASED COMMUNITIES...

Nuestra época se caracteriza por profundas transformaciones en prácticamente todos los órdenes de la vida humana en gran medida espoleados por los grandes avances de la tecnología digital, las telecomunicaciones, las redes de Internet, y en suma, el ciberespacio. La aparición de nuevas fórmulas de organización social determina cambios que afectan a todos los sistemas sociales, por lo tanto también al subsistema educativo. La llamada sociedad del conocimiento ha puesto el énfasis en que los conocimientos son el factor más importante en los procesos tanto educativos, como económicos o sociales en general, y una sociedad basada en el conocimiento sólo puede darse en un contexto mundial abierto e interdependiente, toda vez que el conocimiento no tiene fronteras.

En la sociedad del conocimiento la organización de centros educativos, en cuando objeto de conocimiento, va a experimentar, desde mi punto de vista, mutaciones importantes derivadas de modos distintos de elaborar el conocimiento, así como de ser tratado y conocido.

Dos de los aspectos organizativos tradicionales fueron el tiempo y el espacio. Pero las características de la nueva sociedad hacen desaparecer, o al menos diluyen estos aspectos en una sociedad que se caracteriza por deslocalización espacial del conocimiento, destemporalización de la comunicación, transformar los actores de la comunicación de sujetos pasivos a activos participantes, la diversidad de códigos y lenguajes que pueden ser puestos a disposición de los usuarios, la rapidez de su implantación y la globalización de su influencia en diferentes sectores. El lugar era el elemento imprescindible donde transcurrían las experiencias y las percepciones educativas, al que había que recurrir para la contextualización de los conocimientos y para adaptarse a las características de los sujetos que aprenden. Con la virtualización este sentimiento 'de lugar' se tiende a disolver puesto que una característica de la sociedad de la información es precisamente, la descentralización y la dispersión de poblaciones y servicios. Y respecto al tiempo ocurre lo mismo. En la sociedad del conocimiento no es necesaria la concurrencia temporal de profesores y alumnos para enseñar y aprender, sino que ambos pueden comunicarse sin el factor tiempo y pueden desarrollar la comunicación educativa en momentos distintos. En este nivel la mayor información y el fácil acceso a ella permitirá una mayor horizontalidad y cooperación entre profesores, alumnos, y equipos de apoyo.

En este contexto, la educación superior del futuro será una puerta de acceso a la sociedad del conocimiento, quizá la puerta más importante por su situación privilegiada para la generación y transmisión del saber humano. Tal y como yo lo veo, en la sociedad del conocimiento, la universidad tradicional coexistirá con universidades virtuales y con otras formas de universidad, como son las “universidades empresariales” formadas por las corporaciones de empresas, con el fin de satisfacer la demanda de educación permanente de sus trabajadores en distintos niveles formativos, principalmente los relacionados con las ciencias económico-administrativas. Estas instituciones de educación superior, pueden nacer con una fuerte base tecnológica y se caracterizarían por una estructura y un funcionamiento bajo el principio de llevar la educación al individuo y no el individuo a la educación. De esta forma, las universidades tradicionales se enfrentarán cada vez más a una fuerte competencia por parte de estas organizaciones educativas de las empresas y el reto salta a la vista.

Por otra parte, en la sociedad del conocimiento, la educación se concibe como un proceso integral sin limitaciones temporales de edad, de nivel o de establecimiento educativo. El acceso a la formación y a la creación se desarrolla a lo largo de la vida, puesto que la sociedad de la información ofrece nuevos horizontes a la educación. Las instituciones de nivel superior no deberán concebirse más en una perspectiva de educación terminal, ni restringir su misión educativa al otorgamiento de títulos y grados. Por el contrario, están llamadas a desempeñar un papel estratégico para la actualización de los conocimientos de los hombres y mujeres, sea con propósitos de actualización profesional y técnica, o bien por el simple deseo de acceso a nuevos saberes.

La educación universitaria deberá, así, incorporar el paradigma de la educación permanente, que implica dotar a los estudiantes de una disciplina intelectual bien cimentada para el autoaprendizaje en las diversas situaciones en que puedan encontrarse. La educación permanente plantea a la educación superior una nueva exigencia de mayor magnitud que la formación básica, pues para desempeñarse con éxito en el tipo de sociedad en la cual se está desenvolviendo, necesitará cambiar sus concepciones y paradigmas de trabajo en materia de enseñanza y de aprendizaje. Al mismo tiempo, deberá buscar nuevos socios y nuevas alianzas y trabajar de manera proactiva en un ambiente pluralista, lo cual requerirá de cambios estructurales y funcionales profundos.

Respecto al nuevo paradigma consistente en la creación de comunidades basadas en el conocimiento, estoy segura, impactará de manera definitiva a las universidades actuales, ya que de una educación tecnológica tradicional de competencias laborales, se pasará a una educación con mayor sentido humano, es decir, su base será la de una educación de calidad con valores y actitudes más constructivas y autónomas, las que de alguna manera, reforzarán el clima cultural e intelectual de las instituciones educativas y de la sociedad en general.

En definitiva, se podría decir que la educación superior universitaria se debe enfrentar a corto y medio plazo, a un múltiple desafío de fortalecer sus objetivos fundamentales y de encontrar un equilibrio entre la tarea que implica la inserción en la comunidad internacional y la atención a las circunstancias propias; entre la búsqueda del conocimiento por sí mismo y la atención a necesidades sociales; entre fomentar capacidades genéricas o desarrollar conocimientos específicos; entre responder a demandas del empleador o adelantarse y descubrir anticipadamente el mundo futuro del trabajo.

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