martes, 16 de octubre de 2007

El profesor Kerman y Castells...

El profesor Kerman Calvo Borobia, plantea en su Debate de “Introducción a la Sociedad de la Información” una serie de cuestiones muy interesantes sobre la identidad social, la relación entre sociedad y tecnología y el concepto de sociedad informacional. El texto que podéis leer a continuación, es la comunicación con la que se ha iniciado mi participación en ese Debate.

‘Respecto a la primera cuestión planteada por el profesor Kerman, he considerado oportuno, hilar mi argumentación a partir de una serie de conceptos estrechamente relacionados entre sí, intentando ser lo más breve y clara posible, aunque no se puede obviar que el tema propuesto posee cierta densidad que dificulta en cierto modo esta pretensión.

Para la sociología, la cultura se refiere a la totalidad de lo que aprenden los individuos en tanto miembros de la sociedad. En términos más específicos, la cultura supone la idea de que el hombre se mueve en un entramado de significaciones que él mismo ha creado. Es por la cultura común, que las personas son capaces no solo de comprenderse, sino de tomar ciertas decisiones a partir de unos parámetros desde los cuales estas conductas pueden ser entendidas y aprobadas, o no. De acuerdo con esta idea, la identidad cultural implica aspectos de la cultura que representan a las personas dentro de un sistema de vínculos y de significaciones compartidos.

En este contexto, la identidad es la fuente de sentido y experiencia, son rasgos culturales distintivos que establecen relaciones entre unos y otros actores sociales como parte de procesos de construcción de sentido. Es decir, las identidades organizan el sentido, en tanto que los roles de los actores sociales en la sociedad, organizan las funciones. Entendiendo “sentido” como representación o atribución simbólica de un objeto o su acción.

Por otra parte, la emergencia de la Sociedad Red, como nueva estructura social dominante en la era de la información, es un fenómeno mundial, que es parte del proceso de globalización incesante en el mundo, de modo que, la revolución de la tecnología de la información, es el punto de partida para entender los procesos de transformación de la economía, la sociedad y la cultura.

Pues bien, el drama social contemporáneo, no es otro que el que contrapone la red estructural a una identidad, humanamente necesaria, pero estructuralmente desasistida. De otra forma, el ascenso de la sociedad red pone en tela de juicio los procesos de construcción de identidad tradicionales porque, en última instancia, no hay necesidad de identidades en ese nuevo entorno, cuestión que se pone de manifiesto en numerosos ejemplos del mundo contemporáneo como pueden ser la proliferación de empresas transnacionales, o el hecho de que las élites dominantes globales, con gran poder y riqueza, estén formadas por individuos sin identidad. Por primera vez en la historia, la unidad básica de la organización económica, no es un sujeto (individual o colectivo), sino que la unidad es la red, compuesta por diversos sujetos y organizaciones, que además se modifica constantemente, a medida que se adapta a los entornos que la respaldan y a las estructuras de mercado.

Esta lucha entre la identidad y la red, se acaba planteando como otra entre el ser y el hacer. De ahí, la afirmación de Castells referente a que “cada vez es más habitual que la gente no organice su significado en torno a lo que hace, sino por lo que es o cree ser”.

Pero además, en las redes también se construyen identidades, y el mismo Castells lo resalta al destacar cómo algunos grupos de resistencia se organizan en red, cumpliendo ésta una función que va más allá de la de organizar la actividad y compartir información. Por tanto, se podría decir que la red posibilita la creación o destrucción de identidades.

Para finalizar esta argumentación sobre la construcción-destrucción de la identidad en este nuevo entorno social, me gustaría lanzar al aire una reflexión personal con base en una perspectiva de análisis organizacional, campo que considero íntimamente relacionado con el que estamos estudiando: y es que si, como se está poniendo de manifiesto, actualmente nos estamos moviendo en un nuevo marco, de hecho, recientemente se ha acuñado el término de “tercer entorno”, para hacer referencia a una nueva dimensión virtual en la que pueden tener lugar las interacciones entre sujetos, ¿porqué no apostar por identidades complejas y múltiples, resultado de un proceso de evolución en un entorno sumamente dinámico, como alternativa a la dualidad existente entre la red y el yo?.

Respecto a la segunda cuestión, se podría decir, parafraseando al propio profesor Castells, que la tecnología no determina a la sociedad, ni viceversa, puesto que la tecnología es sociedad, y ésta no puede ser representada sin sus herramientas tecnológicas. Por otra parte, la tecnología no determina la sociedad, sino que la plasma, pero tampoco la sociedad determina la tecnología, sino que la utiliza.

Ahora bien, aunque la sociedad no determine la tecnología, si constituye un factor de primer orden que puede condicionar su desarrollo posterior, hasta el punto, de que el grado de desarrollo tecnológico constituye un elemento indicativo de primer orden de la capacidad de adaptación de la sociedad ante los cambios estructurales. Y en todo esto, el factor determinante es la intervención estatal, que puede constituir un estímulo o un obstáculo para el desarrollo tecnológico. Con carácter general, en los casos de tendencia al conservadurismo tecnológico, parece que el factor determinante es el miedo de los gobernantes a los posibles impactos del cambio sobre la estabilidad social.

No es nada nuevo que la acción del hombre sobre la naturaleza suele suscitar dudas y también posibles riesgos inherentes a algunas de sus obras y, en este orden de cosas, las nuevas Tecnologías de Comunicación e Información, forman parte del proceso de revolución tecnológica que la sociedad está experimentando, y representan también, un distintivo de poder, de desarrollo expansivo e ilimitado de control sobre las realidades actuales, y por esto, muchas veces, son consideradas como una amenaza por las estructuras de poder. Existen numerosos ejemplos en los que el estado ha obstaculizado el desarrollo tecnológico, algunos muy ilustrativos en los países de la Europa del Este o el caso de China.

Y esto puede llevar a establecer que un aspecto diferenciador entre los países que están tecnológicamente más avanzados y el resto, es el rol que sus gobiernos juegan en el desarrollo tecnológico. Típicamente se piensa que el sector privado es el principal motor de las invenciones tecnológicas. Esto, es, en parte, correcto. Sin embargo, el papel de los gobiernos es crucial, porque cuando se trata de desarrollar productos tecnológicos nuevos, usualmente es el Gobierno el que invierte antes que el sector privado.

Un ejemplo ilustrativo, como ya ha comentado uno de mis compañeros, es precisamente una de las principales obras de DARPA: la creación de la Internet en los años 60 y 70. En esos momentos, la prioridad del Departamento de Defensa americano era crear una red de puntos que se pudieran comunicar, sin depender de ningún punto central, porque si ese punto era destruido, entonces toda comunicación se terminaba. Por lo tanto, DARPA creó una red en la cual la información se podría transmitir a través múltiples puntos. Posteriormente, DARPA fue uno de los precursores de Silicon Valley, un centro de desarrollo tecnológico muy importante en San Francisco, de modo que las primeras investigaciones y empresas tecnológicas de Silicon Valley se formaron gracias a fondos de DARPA, y durante muchos años, el principal generador de empleos en esta zona fue LockHeed-Martin, un contratista para la fabricación de misiles del Gobierno de Estados Unidos.

Pero también, la tecnología se puede mostrar, como una nueva forma de control y manipulación social, puesto que a partir de la mediación tecnológica, se conciben y diseñan novedosas y sutiles formas y estrategias de información, que ocultan los modos de producción ideológica multinacionales. Todo esto pone en entredicho el papel del hombre dentro del sistema que él mismo ha creado. Un sistema donde interactúan la sociedad, la técnica y la política.

Para finalizar con los condicionantes del desarrollo tecnológico en la sociedad, y siguiendo el consejo del profesor Kerman, para la inclusión en nuestra argumentación de ejemplos prácticos, me gustaría aquí hacer una referencia a un grupo de investigación en Teoría de Sistemas del Departamento de Matemática Aplicada de la Universitat de Valencia, que ha estado trabajando en un modelo matemático de evolución social. En las primeras versiones de su modelo, la disyuntiva era si “una sociedad plenamente represiva” llegaría a superarse y evolucionar hacia otra científicamente libre. Pues bien, el resultado fue que en determinadas condiciones, la fuerza de la represión parecía impedir la evolución, pero cambios ulteriores permitían superar los obstáculos. Por lo tanto, siempre hay esperanza.

Todo lo dicho anteriormente nos conduce hasta la tercera cuestión: las diferencias conceptuales existentes entre la sociedad de la información y la sociedad informacional, y para entrar en ello, no queda otra solución que hacer un pequeño recorrido por el último tercio del siglo XX, momento en que los cambios acaecidos en la economía mundial, modificaron sustancialmente los parámetros de funcionamiento y regulación de los sistemas económicos surgidos tras la segunda guerra mundial. Contemplados desde una perspectiva global, se puede afirmar que dichas transformaciones son de tal envergadura y alcance que se ha configurado un nuevo modo de desarrollo, dando lugar, de acuerdo con el profesor Castells, al surgimiento de una nueva estructura social, denominada informacionalismo, definida históricamente por la reestructuración del modo capitalista de producción hacia finales del siglo XX. La perspectiva teórica que sustenta este planteamiento, postula que las sociedades están organizadas en torno a procesos humanos estructurados por relaciones de producción, experiencia y poder. Es decir, productividad, competitividad, eficiencia, comunicación y poder, a partir de la capacidad tecnológica de procesar información y generar conocimiento.

El término generalmente acuñado como “sociedad de la información”, hace referencia a una sociedad en la que la creación, distribución y manipulación de la información forman parte importante de las actividades culturales y económicas. La sociedad de la información, es vista como la sucesora de la sociedad industrial, y desde la perspectiva de la economía globalizada contemporánea, concede a las TIC, el poder de convertirse en los nuevos motores de desarrollo y progreso. Por tanto, la sociedad de la información no está limitada a Internet, aunque ésta ha desempeñado un papel muy importante como un medio que facilita el acceso e intercambio de información y datos.

El sociólogo Manuel Castells, establece una distinción analítica entre las nociones de “sociedad de la información” y “sociedad informacional”. El término sociedad de la información, destaca el papel de ésta última en la sociedad. Pero Castells sostiene que la información, en su sentido más amplio, es decir, como comunicación del conocimiento, ha sido fundamental en todas las sociedades. Sin embargo, el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social, en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información, se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este nuevo período histórico. Así, la competencia entre regiones por alcanzar las posiciones relativas de nivel medio en la jerarquía global, no es conducida ya a través de la industrialización, sino de la informatización de la producción.

La utilización que Castells hace de los términos sociedad informacional y economía informacional, intenta caracterizar de un modo más preciso las transformaciones actuales, más allá de la observación de sentido común de que la información y el conocimiento son importantes para nuestras sociedades actuales.

En este nuevo escenario, surgen un conjunto de actividades cuyo insumo principal es la información basada en el conocimiento, que están contribuyendo a que se diluyan los tradicionales límites entre sectores de la economía, sea porque aparecen en las zonas fronterizas entre industria y servicios, o porque transforman el núcleo de actividades tradicionales existentes. Entre estas nuevas actividades, destacan las telecomunicaciones y la informática, aunque también se incluyen las denominadas "industrias culturales" que están asociadas a los medios masivos de comunicación, tales como la producción de televisión, video, cine, música digital y diseño gráfico e impresión, entre otras.

La cuestión del profesor Kerman, finaliza con una petición para que ubiquemos nuestra comunidad particular en una u otra opción. Al respecto, personalmente no me atrevería a asegurar que mi Comunidad Autónoma (Principado de Asturias) se trata de una sociedad informacional propiamente dicha, puesto que en la actualidad se aprecia claramente la coexistencia de diferentes modos de desarrollo, por una parte, aún existe cierto resquicio de tradición industrial con gran cantidad de empresas cuyo principal objetivo es la maximización de los beneficios y de la producción, pero por otro lado, también se está realizando un importante esfuerzo de inversión tecnológica, en gran parte con origen en la iniciativa pública, que está situando a algunas ciudades como Gijón, a la cabeza del ranking en cuanto al uso generalizado de nuevas tecnologías.’

El profesor Kerman Calvo Borobia es, entre otras muchas cosas, además de un buen tipo –como dice un amigo- y consultor en el Máster SIC, “Doctor Miembro” del Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones e Investigador en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Essex.

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