domingo, 15 de marzo de 2009

El papel del papel ...



Prácticamente al mismo tiempo que la generación de Internet colocaba en la Casa Blanca a un hijo predilecto de Chicago –la ciudad que espera acoger los Juegos Olímpicos al final previsible del mandato de Obama, en 2016- veía como uno de sus iconos periodísticos de más prestigio, el Chicago Tribune, caía en el espiral de periódicos en quiebra. La punta del iceberg comenzaba a flotar con fuerza y dicen los expertos que las dimensiones reales de este bloque de hielo mediático que se ha desprendido de los medios tradicionales empezará a verse a lo largo del 2009.

La caída del imperio que preside el magnate Sam Zell, con una docena de cabeceras más de renombre mundial como Los Angeles Times, ha provocado que los medios sean noticia en los medios, y ha desatado una reflexión global sobre el papel del papel, la responsabilidad de los empresarios, políticos y periodistas, y los hábitos de los nuevos consumidores nacidos en la web. Como ha ocurrido con las estructuras financieras mundiales, ha puesto en evidencia –quizá demasiado tarde- la necesidad de adaptar a los nuevos tiempos unos periódicos centenarios.

En medio del estupor y de la incredulidad por la incapacidad de las cabeceras de referencia de mantener su atractivo publicitario, buscar nuevas formas de financiación y dar un salto innovador a la red con productos y servicios diferentes a los de los medios digitales y los grandes monstruos de la búsqueda en Internet, los periodistas, se han erigido en víctimas y no se han parado a pensar que con sus crónicas estaban diseñando un producto que ha acabado, en muchos casos, creando confusión o indiferencia en un lector que ya no espera encontrar credibilidad en el papel.

Paradójicamente, muchos de los periodistas que se resistían a los nuevos tiempos, se han lanzado a redes sociales como facebook para iniciar campañas a favor del consumo de periódicos (‘Save a journalist, buy a newspaper’).

¿Morirá, pues, el papel? ¿Se convertirá el periodista de raza, rigor y sentido común, en una especie en extinción? Evidentemente, no. Pero ambos, el medio y el periodista, deberán responsabilizarse del cambio y ofrecer a los internautas lo que la red no les ofrece: una guía para entender y discriminar las más de mil millones de páginas que se encuentran en la web.

El papel sobrevivirá si deja la inmediatez de la actualidad, la información desnuda, a los medios electrónicos y se concentra en recuperar para los periódicos y revistas el prestigio, la fiabilidad y la credibilidad de una información contrastada, con expertos de referencia, que nos aporten conocimiento
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domingo, 1 de marzo de 2009

Hacia la ciberdemocracia...


En change.gov, la página web que Barack Obama abrió para la transición de poder, un apartado invitaba a los ciudadanos a enviar sus ideas para el nuevo gobierno. En www.change.org, una red social de activismo, los ciudadanos están discutiendo qué iniciativas deberían ser las primeras de la agenda de la Casa Blanca. ‘Crear un gobierno más interactivo’ es, de momento, una de las que ha conseguido más votos.

Durante los largos 21 meses que duró la campaña electoral en EE.UU, primarias incluidas, un ejército de ciudadanos ayudó al candidato demócrata a recaudar votos y dinero a través de correos electrónicos, SMS, teléfono, grupos de apoyo virtuales o el tradicional puerta a puerta. Hasta aquí, la historia no dista demasiado de la visión que todos tenemos de cualquier campaña electoral. Pero si observamos las cifras logradas por la red social de apoyo a Obama, salta a la vista la diferencia. Según los cálculos hechos en vísperas de las elecciones por el experto norteamericano en networking social Jeremiah Owyang (web-strategist.com/blog), 2.379.102 personas siguieron al candidato a través de Facebook; 112.474 lo hicieron en Twitter y 833.161, en MySpace. En total, reunió a un 380% más de seguidores que su contrincante, el republicano John McCain.

Pero la cosa no acaba aquí: los 1.792 vídeos relacionados con Obama colgados en YouTube desde noviembre de 2006 fueron vistos 18.413.110 veces, un 905% más que los de McCain.